Nuestras voces internas, esas que tienen un parloteo constante con nosotr@s mism@s, que se presentan con diferentes facetas y opiniones, algunas con un tono más alto y nos confrontan, otras apenas susurrantes y tímidas, pero siempre presentes. 

Es a nuestro dialogo interno, al que hoy quiero invitarte a ponerle foco y descubrir si nos sabotea o impulsa. Con Don´t speak · No Doubt Instrumental de fondo cuando dice “No me cuentes por qué me duele, no necesito tus razones “y un cafecito, descubramos a esa voz que nos habita.

No podemos ir más lejos de los pensamientos que tenemos. Bernardo Stamateas.

¿Cómo te hablas de forma interna e incluso a voz en cuello?… ¿cuánto te culpas?… ¿cómo te sientes cuando esa voz comienza a reclamar y tiranizar tus actos o deseos?… ¿Qué tanto le crees a esas críticas despiadadas?

En tu dialogo interno se ponen al descubierto las creencias más profundas e inconscientes que habitan en ti, los traumas y complejos, eso que te impone y delimita tu campo de acción. Es por esto, que prestar atención a lo que nos decimos resulta tan importante en tu proceso de autoconocimiento y desarrollo personal.

Esta conversación que entablamos en nuestro foro interno, generalmente estará teñida por el filtro de nuestro estado de animo ante cierta circunstancia que estemos viviendo. Lo interesante o revelador no es indagar en el aspecto emocional, aunque como un circulo vicioso, resulte que al mismo tiempo el dialogo interno será también un auto generador anticipado de nuestros estados emocionales.

Lo realmente importante es cómo ese estado emocional es acogido por nuestra voz interior a la que llamaré el interlocutor.  Y pregúntate ahora, ¿Es tu interlocutor compasivo y amoroso o por el contrario, un crítico inquisitivo que se termina convirtiendo en tu peor juez?… si te has inclinado por la segunda opción, es momento de prestarle atención de forma desafiante y dejar a un lado la sumisión.

Desafiar el pensamiento, es mostrar la polaridad opuesta.

Pongamos el clásico ejemplo, estás muy ilusionado y de pronto salta a tu mente el impulso del sabotaje “ y si no funciona”, y ahí como en cascada se viene en picada el entusiasmo y en su lugar se agolpan una serie de pensamientos pesimistas, que por supuesto ¿ a quién no intimidan?. Desafiarlos es un reto, pero con voluntad sí que se puede. Es ese el momento de hacerte la pregunta inversa al interlocutor “Y si, SI funciona qué pasaría “….y darle cabida al nuevo escenario de forma tan contundente como le habías dado espacio al peor de todos.

Yo sé que esto de desafiar a esa voz del interlocutor que quiere tirar abajo nuestra sensación de plenitud, satisfacción e ilusión, suena muy obvio. Pero cariño, resulta que la mayoría de las veces no lo hacemos por fácil que suene.

Desde la psicología se establece que este tipo de diálogos saboteadores terminan siendo detonantes de estados de ansiedad, angustia, inseguridad y frustración casi constantes, siendo todo lo opuesto a lo que deseamos en nuestro desempeño emocional. La buena noticia es que sabiéndolos identificar, podemos trabajar en ellos y restarle fuerza, al punto de darle potencia a la voz interna que ahora mismo le han puesto una mordaza, la voz de la compasión, el entendimiento y el amor.

Entonces clasifiquemos e identifiquemos a este interlocutor según el tipo de mensaje o hasta monologo que le permitimos montar en nuestra mente:

La voz del autocrítico:

Esta voz tiene la capacidad de juzgarlo todo y enfatizar tus limitaciones y errores, buscando referentes comparativos donde tus acciones siempre se verán en menor valía. Tiende a la crítica constante tanto de lo propio como del entorno, en este último aspecto con un matiz de envidia, y con un mensaje de fondo de desventaja frente a las oportunidades, dejando un sentimiento intrínseco de no merecimiento o injusticia.

La voz del Catastrófico:

Tiene la magnifica cualidad de anticiparse a los hechos y situarnos en el peor de los escenarios posibles, además de magnificar estas supuestas tragedias, que en la mayoría de los casos no llegan a suceder. Sin embargo, cuando le damos crédito a esta voz, la percepción de la realidad se encuentra parcializada en un total pesimismo y no nos permite otra alternativa más allá de este campo de visión, que puede llevarnos a un estado de pánico o parálisis.

La voz del Victimista:

Tiene la capacidad de hacerte sentir chiquitico, indefenso y hasta incapaz de resolver las situaciones que se te presentan, enfatizando limitaciones y desesperanzas. Es como si ante ti se planta el mismísimo Everest, lo que hace que los obstáculos se vean insuperables y al otro lado están tus sueños, planes y objetivos. La historia que te cuenta esta voz ronda en los pensamientos del no ser capaz y aún peor del sentirse incomprendido por el entorno. Ante esta perspectiva de la realidad, solo cabe el lamento constante, sin ningún intento de cambio.

La voz del autoexigente:

Esta voz intenta convencerte que hagas lo que hagas nunca es suficiente, ya que va abanderada por el perfeccionismo insaciable. Susurra mensajes como “Pudo ser mejor o no ha quedado como me hubiera gustado “. Ante los errores suele ser implacable pues son inaceptables. La estructura de las ideas preconcebidas es totalmente inflexible y las metas nunca son realmente alcanzadas con satisfacción pues el listón cada vez se eleva más y más. Realmente un verdugo se queda corto ante este locutor, pues genera una sensación de estrés constante, agotamiento y frustración.

Quizás ahora que le hemos dado identidad a estas voces, notes que las cuatro se van entre mezclando en tus diálogos, pero siempre habrá una predominante.

La solución está en hacernos conscientes del auto maltrato que nos hacemos con este tipo de diálogos, y sólo con esto estamos dando el primer paso para recobrar el control y reconstruir la percepción que creamos de nosotros mismos y así también del entorno. En la próxima píldora te compartiré algunas técnicas sencillas para poder reemplazar estos pensamientos negativos por afirmaciones positivas, amorosas y compasivas que amplíen nuestra visión y así nuestra manera de caminar por la vida.

Te dejo un abrazo desde mi voz más amorosa,