Vivir en mundos inexistentes como lo son el pasado y el futuro es una gran tentación en la que todos en mayor o menor grado caemos. A veces desde el arrepentimiento, otras con un sentimiento de culpa que lastra y muchas tantas añorando aquello que ya fue en nuestras vidas, y así sin darnos cuenta, nos instalamos en la parcela de un pasado en el que nada puede ser modificado, y que en este modo de vivir vamos dejando escapar las verdaderas oportunidades que tenemos. 

Hoy, con un delicioso y humeante café, la propuesta es invitarte a vivir anclados en lo que verdaderamente tenemos, que no es más que este instante, el aquí y el ahora. Con It´s all coming back to me · Celine Dion Instrumental, rescato la frase que dice “Fuiste historia al cerrar la puerta, y me hice muy fuerte de algún modo”

La vida sucede aquí y ahora.

Nos guste o no, esta es la realidad y todo lo que la vida supone es este instante. Sin embargo, a nuestra mente le gusta hablarnos de tiempos; pasado, presente y futuro, dejando a un lado lo real, lo que verdaderamente estás viviendo que no es más que instante por instante, y de alguna forma nos sabotea pues no hay más, el instante anterior ya pasó y el que sigue no ha llegado, sin embargo, podemos pasar nuestros días como una pelota de tenis en un frontón, del pasado al futuro, y el presente simplemente lo sobrevolamos.

Generalmente cuando hablamos de vivir en el aquí y el ahora surge la polémica de pensar que es una moda o la excusa perfecta para vivir sin implicación, desobligados, sin compromisos o no tener planes y metas que nos llenen de energía e ilusión. Absolutamente NO es así, pues nada tiene que ver con lo anterior, en cambio de lo que  habla es de disfrutar el proceso en cada paso, estar en presencia plena, sin restar energía por lo incierto del futuro ni castrarlo con lo sucedido en un pasado.

Este tema realmente da para mucha tela que cortar, por eso en esta píldora abordaré el enfoque de vivir en modo pasado y la idea errónea que se suele tener del aquí y ahora. 

Y ya será en nuestro próximo encuentro, donde prometo continuar con esas situaciones que nos despegan los pies del piso, el futuro hacedor de muchos momentos de ansiedad que no son necesarios, ni mucho menos sanos.

El pasado existió sólo cuando fue presente. 

La primera tendencia es la de rememorar el pasado, aferrarnos a él o cargarlo como una pesada piedra a cuestas, generando culpas, frustración e incluso inseguridades. 

Objetivamente el pasado no existe, es la mente tramposa la que piensa en él y lo hace de una manera selectiva e interpretativa, es decir, recuerda lo que le da la gana y de la forma que le da la gana, y así tiende a hablarnos de errores, los inútiles “y si hubiera…”, desencadenando dudas y temores que quizás nada tengan que ver con tu situación actual. Es por esto que al pensar en clave de pasado puede conllevar al sufrimiento.

Romper con este mecanismo es todo un reto, y aquí viene la propuesta para tu trabajo personal:  cuando la mente en su modo selectivo te lance ese momento en el que “no fuiste capaz de…”, tu tarea será obligarla a buscar los muchos otros donde mostraste tu valía. ¡Y te aseguro que los encontrarás!

No hay errores, nunca nos hemos equivocado.

Todas las experiencias que llegan a nuestra vida tienen su “para qué”, y cada uno hacemos lo que podemos según sean las herramientas emocionales que se tengan en ese momento, pues ante una determinada experiencia siempre se responde en función de nuestro estado de consciencia. 

Entendiendo esto y con la madurez de integrar el aprendizaje que se despliega por cada circunstancia en nuestra vida, podremos entonces acallar a esa vocecita de la mente tirana y ser más compasivos con nosotros mismos e incluso con los demás.

Me encanta la forma tan simple como lo explica Emilio Carrillo; somos como un edificio que se va construyendo, lo que llamamos pasado son las plantas inferiores de esta construcción, no habitamos en ellas sin embargo están integradas como parte de nuestra estructura, de la experiencia consciencial que somos.

Tomando este ejemplo metafórico, cada vivencia vista como un ladrillo es utilizado para levantar la paredes y estructura de esas plantas, siendo absolutamente necesarias, pues así una con otra nos permitió completar y continuar a un siguiente nivel, hasta llegar a nuestros días. 

No podemos demoler ninguna planta intermedia de este edificio pues se vendría abajo toda la estructura, lo que si podemos es aceptar que somos una compilación de historias vividas a través de la experiencia, que nos hacen ser lo que somos, y que todo ha aportado para que hoy veas las cosas como las ves. 

Por lo tanto, abraza ese pasado y perdona-te, suelta lo que haya ahí, bien sea culpa o arrepentimiento ante ciertas situaciones o desencuentros. Deja a un lado las benditas añoranzas si es que las hay, que solo le roban protagonismo a las bendiciones actuales que recibes y que terminan siendo insuficientes por medirlas con algo que ya no existe. 

Y así cariño agradece por el edificio que eres ahora y la maestría hasta aquí alcanzada, porque desde tu nivel de consciencia sabrás incorporar el aprendizaje en las futuras plantas del edificio de tu vida.