
Si ya llevas algunas de mis publicaciones leídas, sabrás que siempre intentaré acercarte hacia un aprendizaje de ti mismo, eso de nosotros que a veces identificamos pero no validamos, o también quizás aquello que ni si quiera hemos desempolvado del fondo de nuestro ser y por tanto son talentos desconocidos. Ahí donde estés hoy leyéndome, con el fresquito de la mañana o un sol abrazador hablemos de la delgada línea entre el ser positivo o el evadirnos con un Súper positivismo que termina siendo irreal. Acompañados con The Scientist Instrumental · Coldplay, le preguntaría a esa emoción oculta en modo huida: Cuéntame tus secretos, y hazme tus preguntas, ¡oh! volvamos al principio.
El poder de aprendizaje que entregan las emociones es arrollador, pero al ser negadas o querer dejarlas pasar desapercibidas, dejan de ser una oportunidad para convertirse en un desperdicio de crecimiento y conocimiento propio.
“Muere lentamente quien evita una pasión y su remolino de emociones” Pablo Neruda.
Cuando nos encontramos sumergidos en rutinas altamente demandantes, es quizás una actitud inconsciente de estar en modo huida de estas emociones que tildamos como negativas; el enojo, la tristeza, el miedo ( ya hablamos del miedo y de su potente fuerza para accionarnos, te dejo aquí el enlace) y que en ocasiones al sobresaturarnos de actividades la recompensa oculta es evadir el sentirlas, experimentarlas y por lo tanto aprender de su energía.
Otra forma de enfrentarlas es restándole importancia, misma que es evidente pues de otra manera no serían manifiestas, o también considerándonos un super héroe pero sin su capa, es decir, sin las herramientas físicas y emocionales necesarias para esas popuestas extravagantes del súper héroe. Entonces surge la peligrosa actitud del súper positivismo dónde argumentamos fantasías en vez de formas concretas de generar soluciones provechosas a las situaciones en las que nos encontramos, y que han dado origen a este tipo de emociones.
Y, ¿ por qué digo que es un peligro?…..pues es como estar construyendo castillos de naipes en el aire, cerrar los ojos o darme la vuelta abanderados por el famoso “ Hay que ser positivo”, no cariño siento decirte que eso no es ser positivo, y me vas a disculpar por lo fuerte que pueda a sonar, es no sacar la casta, o más crudamente corbardía.
Veamos las diferencias, la persona negativa se ancla al hecho y no ve más allá de su pensamiento catastrófico, del derrotismo, consume toda su energía en una sola cara de la moneda y se envuelve en un pesimismo absoluto. En contraste, del otro lado del ring tenemos aquel que es Súper positivo, suelta frases como “ No pasa nada “….¿ Cómo no va a estar pasando nada? ¡Si no estamos inertes ni muertos! o “ Ya pasará” y yo te pregunto ¿ Qué hacer mientras pasa? o “ Tú puedes con todo y más”, ajá cuentame cómo y convenceme, porque las frases entusiastas y el poner tu adrenlina a mil, se dicen rápido pero son difíciles de aterrizar en acciones. Ambos extremos de este cuadrilatero nos niegan el potencial de crecer un poquito más, en el primero matando toda posibilidad creativa, y en el segundo coartando la oportunidad del reto tangible.
La propuesta es Positivos sí, vulnerables también.
Una persona positiva es aquella que asume la vida como se le presenta, se permite reconocer y escuchar sus desánimos, los malos ratos, los momentos de tristeza o enojo y ¡es que no hay vida dónde no se presenten!, a sabiendas que son transitorios y por eso es consciete que todo pasa, lo que quiere y lo que no también. Por tanto busca alternativas posibles de ser materializadas en acciones, con esas emociones del momento a cuesta.
Por otro lado aquel que se va al extremo de ser súper positivo, en el mejor de los casos está en un rol de auto exigencia increíble. Yo te diría, sé amable contigo mismo y date una tregua para sentir. La energía de la alegría nos enseña mucho, es verdad, pero también es muy importante reconocer que en un momento dado hacer lo que debemos con la mayor actitud de amor y gratitud, pero sabiendo que nuestra frecuencia vibratoria en ese momento es baja, y eso también es natural en mi, es digno de aplaudírnoslo. Entonces es llegar a la aceptación y ser más compasivos con nosotros mismos.
En modo huida no somos capaces de observar ni enriquecernos.
En vez de pelear con el desanimo o evadir la baja energía, te invito a observarla… quizás solo esté ahí para pedirte simplemente una pausa. Esto te confieso para mi es un gran reto porque entro en el grupo de los auto exigentes, pero con el tiempo he ido aprendiendo que los momentos de pausa son necesarios, convienen y son sumamente nobles.
Hay una frase que es como un mantra para mi y hoy te la quiero compartir “Con los pies en la tierra y la mirada en el cielo”… Sí cariño hay que ver lo bueno y lo bonito siempre, pero recuerda que no hay arcoíris sin lluvia, no es una opción negar la lluvia cuando está ahí sucediendo, asúmela con una buena actitud que te haga estar en la tierra, para despertar tu chispa creativa y encontrar nuevas alternativas reales. Eso al menos para mi es ser una persona positiva.
Y recuerda, positivos siempre y vulnerables también.
