Hola cariño, prepárate un café y siéntate aquí a mi lado desde tu pantalla, que con estas líneas vengo a contarte un pedacito de la historia de aquellos que llevan la riqueza de dos culturas, sus amores y bondades, corazones llenos de alegría y nostalgia, abiertos, receptivos, expansivos, pero también dolientes.
Si es verdad que hoy vengo a entregarte una parte de mi como en muchas de las publicaciones que comparto en este blog, pero esta en especial me acompaña constantemente.
Sin duda estas líneas tienen una espacial dedicatoria, a Laura, Paola y Megan con quienes he coincidido en este camino y son hermanas de vida, a mi madre que se atrevió a tomar este reto para estar a mi lado y ver crecer a sus nietos, a mi hermana que se abrió camino en busca de una gran ilusión y así la lista sería muy larga, en fin, a todos los que están leyéndome y llevan dos banderas en el corazón, pero también si no es tu caso te las dedico a ti, como una invitación para reconocer a esos ciudadanos del mundo que han tocado tu vida y tú la de ellos, porque entre todos crecemos un poquito más.
Como no podría ser de otra manera, hoy nos acompaña una melodía muy especial para mi Canto a Caracas · Instrumental y con un café ( el tinto o guayoyo ) que evoca el aroma de las mañanas en mi tierra, así comencemos.
Es gracioso como en el absurdo afán de etiquetaje, solemos definir en primera instancia a las personas según su origen. Yo me he encontrado con tantas y tantas formas de ser definidos por una nacionalidad, que verdaderamente digo ¡madre mía!, ¿en serio somos todo eso?… no lo creo, pero de lo que si estoy segura es que somos mucho más.
“Llevo tu luz y tu aroma en mi piel… y en mi sangre la espuma del mar
Soy desierto, nieve, selva y volcán”
La experiencia puede semejarse al desierto, que dejaría de serlo sin sus infinitos y particulares granos de arena que juntos llegan a una completitud, aparentemente árido pero con el oasis prometido, otras veces salvaje e indomable en su propia naturaleza pero fascinante como la magia del Amazonas, otras con esa estructura abierta, frágil y suave como la de un copo de nieve y muchas tantas con el impulso de la fuerza del fuego que se alza en un volcán.
Dos tierras que entregan versiones de ti que nacen, te hacen y te transforman…Aquella que te vio nacer, crecer y florecer, correr y jugar, reír y llorar, soñar y abrir tus alas para volar.
Con sus techos rojos y sus calles verdes y frondosas. Con un Ávila imponente que acompaña de extremo a extremo, que te reta con la subida del diablo cada domingo y ahí en su cumbre te muestra el azul profundo del mar confundiéndose con el cielo y al otro lado el valle de una agitada ciudad y la alegría de su gente, esa que te dice en la oficina pública, el banco o la tienda “mi amor” sin serlo, porque así es una de las tantas formas como se muestra la calidez en las calles.
“Y tus recuerdos al atardecer me harán más corto el camino”
Todo esto y mucho más lo llevas anclado en la memoria y el corazón, es difícil evitar que lo dejes entre ver, con ese acento camuflado que delata y curiosas frases, hay quien dice que hará un repertorio de mis refranes.
El grito de los tambores agita las caderas sin voluntad y al ritmo de la música llevas tu alegría a donde vas, sin embargo, al mismo tiempo hay un quejido en el alma, ese que no se ve, que sin darte cuenta te hace llevar la mano al corazón para cantar a ojos cerrados, con un toque de añoranza por lo que era tradición. Y es que realmente no es un cantar sino darle vida a los recuerdos, porque la tierra llama y te sorprende vibrando dentro de ti.
Traspasas las fronteras, más allá de las marcadas por la línea de un mapa, y surge ese maravilloso dar y recibir del Know how – las formas de hacer- de cada quien. Eres abrazado por las grandes oportunidades de un aprendizaje recíproco, entre acentos, sabores, olores, amores, y nuevos retos, entre esas aparentes diferencias nos vamos descubriendo.
Descubres que existen formas diferentes de manifestar la calidez en las calles. Oye, que ya no se puede decir “Hola mi amor” así tan a la ligera si es que no te quieres ver envuelto en camisa de 11 varas jajaja, palabras que decía desenfadadamente la abuela para indicar inocencia ahora pueden resultar hasta una ofensa, y entonces reestructuras el hablar y a veces hasta tu actuar… aprendes ese nuevo lenguaje amoroso de la gente que te recibe y te haces de ahí donde has llegado.
Celebras otras coloridas tradiciones, los campos se llenan de flores y en un manto de pétalos naranja se honra con alegría el paso de los que ya se han ido, caminas por las calles empedradas con sus fachadas coloniales de verdaderos pueblos mágicos, y ahí imponente como mi amado Ávila, ahora es un volcán a veces nevado el que me acompaña.
Así se llena el alma cada día y creas vida en este pedacito del mundo que te abraza y regala a tus propios hijos, que ahora juegan, corren y abrirán un día sus alas como lo has hecho tú.
Y tu vida se va llenando de bienvenidas y despedidas entre estas amadas tierras, aunque a veces no puedas llegar a ese último adiós, y ahí donde estés con tus memorias y dolor, lo haces lo mejor que puedes… ¡Qué difícil es! Y que valiente eres.
El legado de un ciudadano del mundo siempre viene implícito de un profundo amor, lleno de inspiración y valentía, queriendo reconocer que hablamos el mismo idioma y es el del corazón, haciendo unión entre todos porque juntos hay mucho por lograr, con una misma bandera que sea la fraternidad, sin diferencias, sin acentos, sin etiquetas, porque al final las fronteras llegan a ser ilusorias, y el cariño sembrado aquí o allá queda y se mantiene en el tiempo creando una familia que te ofrece la vida.
Mucho que agradecer a la tierra que te recibió y te hizo crecer, que te dio hijos, familia, amigos, trabajo, aprendizaje. A todos los que se van cruzando en el camino dejando huella… porque ahí donde pongas tu corazón estará el calor de tu hogar.
Con dos tricolores que envuelven mi corazón así me despido por hoy, desde la ciudad de la eterna primavera hasta esta donde he pasado los últimos 20 años de mi vida y que fue trazada por ángeles.
Julian
Muy bonito e íntimo y sobre todo muy positivo
No hay fronteras en nuestro corazón
Gracias Adri
Adri Cherubini
Muchas gracias por tus palabras Julian.
Espero que estas líneas sean un llamado a recordar a esos ciudadanos del mundo que han tocado más que tu vida, tu corazón.
Un abrazo
Adri