Hace pocos días se celebró el Solsticio, para el hemisferio norte el de invierno y para el sur el de verano. Se sabe, que estas fiestas paganas son realmente mucho más antiguas que las festividades religiosas, y se dice  que fiestas como la Navidad o San Juan se celebran en estas fechas, como una forma que tuvo la iglesia para restarle fuerza a estas antiguas festividades  que rendían culto a otros dioses. Con este comentario no busco desmontar ninguna creencia, sólo lo dejo como dato curioso.

Estaba con unas buenas amigas, de esas con quienes surgen  conversaciones profundas, reflexivas y salió sobre la mesa el tema del solsticio. Ojalá me digas que también tienes al menos una persona con quien tomarte el café y  llegar a abordar este tipo de conversaciones, porque te digo yo, que son un regalo de la vida, un bálsamo para el alma. 

Como astróloga y terapeuta transpersonal mi mirada hacia estas fiestas  son una invitación a la reflexión, y así nace el escribir esta píldora  con la intención de llevar este evento que nos regala la naturaleza a nuestra vida cotidiana, donde experimentamos momentos de mucha luz y también de oscuridad y desconcierto. 

Así que si  tus mañanas están llenas del frío aire del invierno como las mías, recarga tu taza con una bebida calientica y con  Follow the Sun · Xavier Rudd de fondo, hablemos de estos ciclos,  el Solsticio de la vida, a veces mostrando nuestro mayor esplendor y otras  abriendo espacio a la  introspección.

Solsticio que del latín significa sol quieto,  es el momento del año cuando el sol está en lo más alto o bajo que puede llegar, en este caso el punto más bajo. Y que muchas culturas lo relacionan como un período de renovación y renacimiento.

Para el hemisferio norte acontece la noche más larga del año, y con ese punto máximo de oscuridad también  se desvela un tiempo de esperanza, pues desde el 21 de diciembre a seis meses vista, nos iremos acercando al día más largo del año, el punto de mayor luz, el solsticio de verano.

Así con la sabiduría que suele tener lo simple,  la naturaleza nuevamente nos muestra que la vida es cíclica  y que todo forma parte de un proceso.

Manifestar la luz que somos

En la vida cotidiana, estoy segura que muchas veces has sentido que esa noche, la noche oscura del alma no tendrá fin,  al menos a mí me ha pasado, donde parece no poder verse la salida a una determinada situación que nos involucra de manera emocional. Pero ¿Cómo lo viviríamos si recordamos esta enseñanza del solsticio?, y si respiramos para observar, sentir y desde una mente en calma recordar que todo pasa.

Si miras atrás estos momentos terminan siendo un atento  recordatorio que te dicen que siempre se vuelve a la luz,  que todo es un proceso, porque de la noche al día más largo no se llega en un plis plas…. Y así también serán mis circunstancias,  un proceso evolutivo que cuando es aceptado, se fluye en él y con su aprendizaje.

La llave está en ti.

Pero a diferencia de la naturaleza donde el ciclo surge espontáneamente, nosotros tenemos la opción de elegir la mirada que le daremos a ese momento que transitamos. Quedarnos estancados en la oscuridad y el pesimismo, o reconocer que aunque en ese preciso momento no se vea claro, poco a poco cada paso te acerca a la luz, para poder brillar con más fuerza y seguridad, si así lo decides.

Crear un espacio sagrado donde habitarnos

Está muy de moda hablar de rituales, y más aún en este tipo de eventos, sin embargo, para mi el día a día está lleno de nuestros propios rituales, que si los llenamos de conciencia se convierten en espacios íntimos y sagrados, que nos aportan un bienestar muy particular , el estar presente con aquello que sucede, sea cocinar, escribir, ejercitarse o simplemente  sentarnos y sentirnos. 

Con la excusa de esta lectura, regálate una tarde- noche, en la calma de tu jardín o balcón, con una libreta bonita y una de esas velitas,  que con su aroma nos impregnan de intenciones y encienden el corazón.  Desde ese espacio, crea tu pequeño ritual,  tu espacio intimo donde seas capaz de sostener lo que te habita.

Poder mirarnos con compasión  ante nuestro ensayo y error  durante el proceso, y  entrar a lo que yo llamo la cueva personal donde habitan mis miedos, rechazos, frustraciones y demás, sabiendo que son  propios de la condición humana pero que no nos determinan y desde ahí respondernos ¿ Qué hay en esa oscuridad que deseo dejar atrás y soltar?

Y sabiendo que cada día  me acerca más a la luz, ¿Qué talento o cualidad quiero desarrollar en mi, para que poco a poco pueda ir mostrando y compartiéndolo  con los demás?

He ahí la enseñanza del solsticio llevada a nuestra vida, a una sabiduría practica, que se muestra con un corazón lleno de gratitud ante todo lo vivido.  

Y así me despido por hoy, deseando que siempre vuelvas a la luz que eres.

Con Amor