Como ya sabes todo lo que me pasa por la mente, fruto de las experiencias vividas, termina siendo la inspiración para estas líneas. Hoy ambiento esta lectura con Everything I wanted by Jeremy Green · Viola covers Voll II y mi infaltable café, un negrito sin azúcar.

Es muy delgada la línea entre amar y necesitar. Muchas veces nos volcamos en personas o actividades porque decimos “amarlas”, y evitamos el plantearnos la posibilidad  que ya no estén en nuestra vida. Así, de forma inconsciente nos vemos en la peligrosa situación de desconectar con nuestro centro. 

Aceptar que cada segundo es un constante cambio, y éstos vienen con infinitas oportunidades ¡es la maravilla de la vida!. Saber que hoy comeremos algo que no nos gusta tanto pero que mañana será diferente es un gran alivio, peeeero y aquí viene el gran PERO desafiante, cuando nos sentimos muy contentos con lo que estamos experimentando/ sintiendo, asumir el fin de esta situación no lo hacemos con pitos y trompetas, y mucho menos si no la hemos enmarcado en un límite de tiempo (como es el caso de las relaciones, y no de una clase de yoga que aunque me fascina y la disfruto sé que en una hora terminará). Entonces queremos manejar los cambios de la vida a nuestra conveniencia, y siendo muy astutos, a veces les damos la vuelta, aunque a sabiendas que inevitablemente sale de nuestro control y más tarde que temprano sucederán. 

Pensar que todo permanece estable y se mantendrá presente como un combustible de felicidad, es auto engañarnos, pues la única verdad es que eso que llamamos “felicidad”, sea cual sea tu concepto de ésta , sólo te lo puedes dar tú a ti mismo. Nuevamente aquí entra esa palabrita de responsabilizarnos, pero esta vez de nuestro propio estado emocional.

Yo siendo la primera, que he entrado en este juego de creer frases como “ La vida con X es más divertida, placentera, segura, estable, y un largo etcétera”, con los años me he dado cuenta que es como firmar un contrato de sufrimiento a futuro…¡ay! suena muy exagerado, ¿verdad?… pero piénsalo con detenimiento y verás que es así. Sufrimos por nuestros apegos, porque pasamos de amar/querer algo o alguien a necesitarl@, nos aferramos en el mejor de los casos a lo que tenemos, y peor aun a lo que idealizamos… ponemos en ello toda nuestra energía y en el caso de las personas descargamos en el otro la inmensa responsabilidad de hacernos felices, viéndolo bien no es amor, es tiranía.

Habría que aprender a jugar el juego de la vida, no estamos aquí para luchar contra ella, sino para fluir con ella. Disfrútala, siéntela en todas sus expresiones y facetas, aceptar sentir la alegría como el dolor, sabiendo que nada es eterno y que también pasará, esa es la magia de la vida y es para los valientes. Desapegarte y ser libre, así como llegaste a este mundo y como te irás, dándole la bienvenida a todas las experiencias y sabiendo cuándo despedirnos de ellas.

No somos poseedores de nada ni de nadie, más que de lo que curiosamente hemos dejado a un lado, nosotros mismos.

Te has puesto a pensar que nuestro planeta está en el punto exacto para que se genere la vida sin que el sol nos arrase, en un punto cero donde la creación es perfecta y sin embargo el universo no es estático. Ahora llévalo a un plano más terrenal, a tu vida en sí y dime; ¿por qué los cambios en tu vida no podrían ser perfectos para su creación y la manifestación de todo lo bueno que mereces?

Así también siento necesario aclarar en esta reflexión, la diferencia entre apego y compromiso. El apego en cierto modo es la necesidad de poseer y tener el control, y esa necesidad surge al querer taponear un vacío que llevamos dentro. El compromiso en cambio tiene que ver con unirnos para sumar, como lo cita uno de mis poetas favoritos el señor Mario Benedetti “en la calle codo a codo somos mucho más que dos”. En el compromiso tenemos una serie de pautas establecidas, que pueden cambiar y así como viajamos juntos, en un momento dado somos capaces de continuar la ruta solos.

Hoy te invito a enlistar todos tus apegos, a todo hay que llamarlo por su nombre. Así que es un proceso muy personal, para algunos será la pareja, el éxito, los hijos, un trabajo, poseer bienes materiales… en fin, la lista es tan variada como personas existimos en el mundo. Luego sería interesante que te animes a indagar ¿qué vacío en mí trato de llenar con “tal o cual apego “? ¡Trabaja uno a la vez, no te agobies! Y poco a poco irás sintiendo como sí es posible   amar y apasionarse desde el desapego, que no tiene nada que ver con la indiferencia como comúnmente se le asocia. Yo te confieso que lo estoy intentando.

Sueña cariño, sueña bonito y en grande, pero déjalo fluir, no te aferres, porque en ese momento te estás encadenando a la angustia, al miedo de no ver materializado eso que deseas tanto. Suelta, confía y no detengas tu vida. Vive aquí y ahora haciendo la parte que te corresponde y dejándote sorprender. 

Viniste a este mundo a reír, pero también a caerte y levantarte para hacerte cada día más fuerte… viniste a vivir ese gran repertorio que se nos ofrece cada día. Atrévete a soltar, te aseguro que tu intuición, esa voz interna te lo está avisando, en susurros, muy bajito así que presta atención.

Por hoy, cierro con este fragmento que nos regala Mario Benedetti, dejándote un abrazo de corazón a corazón.

“Me gustaría pasar el resto de mis días con alguien que no me necesite para nada, pero me quiera para todo”